May 01, 2006

La possibilité d'une île: ¿Quién, entre vosotros, merece la vida eterna?

Michel Houellebecq (pronúnciese "mishél uélbek"). Este pobre patán misántropo que jamás debió haber nacido (ja ja ja, pero bueno, mi situación no es tan diferente), me hace reír a carcajadas. Cuando volví a reir con "la posibilidad de una isla", recordé ese tipo de risa que me causaba "las partículas elementales", un humor negro, demasiado negro, cruel. También me sumía en la más lúcida reflexión. Por alguna razón en mi mente siempre lo comparo con Trent Reznor, el de NIN. Ese nihilismo sórdido, esa rabia contenida y desatada, esa hipersimplificación reduccionista y fatalista, irracional, que aun así genera un producto inolvidable, provocativo, controversial, monstruoso, sublime. Son paradojas, extremistas tanto del positivismo como del romanticismo. Proclamando la muerte de Dios ("Dios existe, yo lo he pisado", dice Houellebecq, "Your god is dead, and no-one cares, if there is a hell, i'll see you there", dice Reznor) y profetizando su retorno glorioso (esperando la llegada de los Futuros, que serán múltiples y uno al mismo tiempo, y que vivirán en el universo de la realización infinita de todas las posibilidades, o alternativamente, oigase la canción "A warm place" de NIN). Y una obsesión con el lado oscuro de la vida. La infelicidad ubicua, el aumento tanto del deseo como de la imposibilidad de su realización. Daniel, el personaje, humorista, se aburre de provocar esa mueca llamada risa, que nace de la crueldad (sin perder del todo la curiosidad, razón por la cuál se deja invitar por su vecino a las reuniones de una secta, a ver si saca un show de ello, para descubrir que la fe no se puede ridiculizar -- pero en esto se equivoca, y quien no lo crea, que lea a Voltaire, quien dijo "Dios es un comediante actuando ante un público demasiado temeroso para reir"). Todos esos nefastos ingredientes también los hallo en NIN. La manera en que continúa ese instrumental etéreo y dulce en la canción que le da su nombre al último álbum, "With Teeth", con una orgía salvaje de violencia y caos, se parece a la manera en que Houellebecq intercala agudas observaciones sobre la ternura y el amor con justificaciones morales de la muerte masiva de los organismos y el fin de la especie humana. Houellebecq se autodescribe bien al describir a Daniel, su alter-ego: solo levemente más inteligente que la media, en el plano moral, igual a cualquiera otro, pero con una peculiaridad: la honradez.

Dice las cosas como son para él (y para muchos de nosotros, muchas veces también son asi, aunque la realidad es siempre más compleja). Verdades a medias, del lado oscuro del corazón. El amor libre es una antinomia. La muerte de la ternura sigue de cerca a la de la sexualidad. Solo podemos hacer un intercambio intelectual honesto con alguien con quien tenemos sexo. Toda energía humana es, no solo principal, sino exclusivamente sexual. Masturbarse es hacer el amor con el único ser que se quiere realmente. El amor es solo una artimaña de los débiles para hacer sentir culpables a los fuertes, y se siente cuando se llega a cierto nivel de falta de autoestima. La preocupación por la salud en el alimento y el ejercicio no es más que la preocupación por el sex appeal. La paternidad es una esclavitud ingrata. El bien y el mal son solo metáforas del placer y el dolor.

En el futuro cercano surge una secta, los Elohimitas, creyentes en que Elohim, palabra plural para referir a los creadores en la Biblia, son extraterrestres que algún día retornarán. Profesan la eternidad no espiritual y ficticia, sino corporal y real, por medio de la clonación. No profesan ningún código moral aparte de los archi-conocidos códigos seculares de "todo vale entre humanos consintientes que no busquen herir a terceros". Con refinamientos, claro, pues la edad de consentimiento ya no es el arbitrario número de años en que se otorga la cédula de ciudadanía, sino la pubertad (además ya no existe el tabú del incesto, pues su único verdadero problema, las mutaciones deletéreas de la progenie, tienen solución en la terapia génica). Los extremismos cristiano e islámico se autodestruyen mutuamente mientras que el Elohimismo gana adeptos entre los intelectuales humanistas ateos y acomodados, convirtiéndose en la religión Europea. El único rito de iniciación es tomar una muestra de ADN que almacenará la nueva Iglesia. Cuando los adeptos mueren, sus bienes son entregados a la Iglesia, con la promesa de que serán devueltos el día de su resurrección en forma de seres clonados. De esta forma recauda los fondos necesarios para convocar a las mentes más brillantes de las universidades tecnológicas de América y Europa, en pos de la clonación humana, que afortunadamente se logra suficientemente rápido para no ser ilegalizada por burócratas incompetentes.

La gente comienza a "salir" (el nuevo término clínico eufemístico de la eutanasia o suicidio) en masa. La tendencia es en los hombres a salir en promedio dos semanas despues de la pérdida de la erección, a una edad mayor que la promedio de salida para las mujeres, que pierden la libido antes. Con el advenimiento de la secta, los adeptos no ancianos comienzan a "salir" en público, se dejan colgar en ganchos de carnicería para que sus amigos se los coman por rebanadas estilo "rodizzio" o se meten a máquinas que comprimen su organismo a masas compactas del tamaño de una pelota de tenis (ver el video de "Happiness in slavery", de NIN, en el que el artista de situaciones (performance) Bob Flannagan se quita la ropa, y se monta a un inmenso artilugio mecánico donde varios instrumentos lo destrozan y cortan en pedazos, para finalmente molerlo hasta hacer una pulpa de su carne). La iglesia Elohimita calma esa ferocidad promoviendo campañas con el eslógan: Dale sexo a la gente. Dale gusto. Con esto reivindican las orgías y el poliamorismo. La gente pierde el tabú de no querer tener hijos, sobre todo en Europa, y se forman ciudadelas para hombres y mujeres jóvenes pudientes y sin complejos que declaran abiertamente no querer tener hijos, con letreros de Prohibida la entrada a menores de 18, y con salones sociales especiales para las reuniones con la familia. Para romper las filiaciones de herencia de los bienes de los adeptos fallecidos, el Elohimismo aprovecha esta corriente, y promueve campañas anti-bebes: en un canal religioso sacan un comercial en el que un bebe pide unos dulces en una tienda, y comienza a revolcarse en el suelo entre llantos, pidiendo dulces, y lanzando de vez en cuando miradas furtivas para ver qué tan dominados tiene a sus padres, y cuando la gente indignada comienza a rodear el espectáculo bochornoso, los padres lo atiborran de dulces, la secuencia termina con un letrero: Just Say No: Use Condoms. En otra, muestran un hombre en una calma alegre, ante un paisaje de primavera semi-otoñal, construyendo una barca, sin prisas, como si tuviera todo el tiempo del mundo, y sonríe a la cámara, con el letrero: La Eternidad, Tranquilamente. Luego completan la campaña con otras de: La Eternidad, Sensualmente, y La eternidad, Apasionadamente. En resumen, la religión funciona como una mini-empresa con publicidad, que vence a la competencia comprándoles sus catedrales y mezquitas.

Curiosamente, el ingrediente que él mismo señaló (en las partículas elementales) como una gran ausencia en la distopia de Huxley, la robotización, él mismo solo la menciona en unos aparatos masturbadores que producen orgasmos perfectos, que se ponen de moda a raíz de la soledad, y pasan de moda a raíz de la falta de interés en el sexo, tendencias exacerbadas en los neohumanos. La razón es quizás la gran tendencia conservadora de los neohumanos, que solo innovan cuando la innovación vale mucho la pena, mientras que para los humanos el cambio mismo es un valor.

Los ecologistas son para Houellebecq la primera señal de la voluntad humana, insconsciente, por desaparecer de la faz de la tierra. ¿Caricaturización exagerada o extrapolación certera? Yo he pensado, plagiando la frase que dice "un hombre, cualquier hombre, vale más que una bandera, cualquier bandera", en que "una especie, cualquier especie, vale más que un hombre, cualquier hombre". Me pregunto si esta línea de pensamiento realmente lleva a la que propone Houellebecq: que los ecologistas prefieren erradicar la especie humana de un continente antes que acabar con unos cuantos organismos invertebrados. Me respondo que tal vez lo hace si no se piensa cuidadosamente, pero en todo caso estoy de acuerdo con Houellebecq en que la despoblación espontánea de la Europa actual es una esperanza por una mejor humanidad, y esa esperanza puede ser malograda por la inmigración de poblaciones hipertróficas. Houellebecq prevé el apogeo de un grupo extremista con ideas parecidas a las de Pentti Linkola, el eco-fascista que promueve el genocidio y la eugenesia como solución a la sobrepoblación, y el grupo VHEM (Voluntary Human Extinction Movement), que aboga por el suicidio con el mismo argumento. Houellebecq imagina un grupo eco-terrorista dedicado a exterminar a los humanos.

Los neohumanos, sucesivas clonaciones de los respectivos adeptos que alcanzaron a "eternizarse" antes de las oleadas de extinción de los humanos, tienen todos una modificación genética estándar: carecen de ano y no excretan, ya que no comen. Son autótrofos, fotosintéticos, y su único alimento son pastillas de minerales (los mismos que usan las plantas para hacer su fotosíntesis autótrofa). Además tienen otra configuración en la piel (algo de la irrigación sanguínea aumentada y menos cuerpos celulares tipo L), de manera que no sienten el dolor de la falta de caricias. Viven aislados físicamente, pero en red virtual, y no sienten deseo sexual. Sus noches ya no vibran de éxtasis y terror, sino que viven en una calma budista, pensando, reflexionando sobre los casi-extintos humanos, soñando con la venida de los Futuros. Los humanos, que ante la catástrofe retornaron a su estado salvaje primigenio, simiesco, tuvieron su primera ola de extinción cuando, al final de la etapa de conflictos interhumanos, explotaron dos bombas atómicas, una en el polo norte y otra en el polo sur, causando la Gran Indundación. La segunda oleada de extinción humana fue la gran Desecación (oigase la canción "All that could have been", de Trent Reznor, cuyo título ha inspirado el de este blog).

Contemplar el mar, que se creía extinto, fue para el neohumano Daniel25 lo que le permitió comprender el concepto de infinito, y la razón por la que su estirpe existe. Y a la vez comprendió que la isla (la salvación, la felicidad, la plenitud placentera) podía o no existir, pero la esperanza, para bien o para mal, no podrá ser erradicada, no mientras los neohumanos sigan siendo modelados a imagen y semejanza de los humanos. (oigase la canción de NIN, la mer: Et quand le jour arrive / Je deviendra le ciel / Et je deviendrai la mer / Et la mer viendra pour m’embrasser pour moi / Vais à la maison / Rien peut m’arrêter maintenant... Traducción: Y cuando llegue el día, me volveré el cielo, y me volveré el mar, y el mar vendrá a abrazarme, pues voy a casa. Ya nada me puede detener...)

Por cierto, la mer es la canción que quiero que suene en mi funeral. A pesar de revolcarse en la mierda de una vida colmada de sufrimiento, Houellebecq me parece un visionario. Temed mi palabra.