April 20, 2006

AMSTERDAM

Ian McEwan me cae muy bien, pertenece a la BHA, British Humanist Association, cuya premisa es "vivir buenas vidas sin religiones o creencias supersticiosas". En Amsterdam, Holanda, la prostitución y el uso de drogas sicoactivas son legales; sus leyes son "tan razonables", en palabras del conservador politico británico ficticio; allí los tenderos parecen profesores, los barrenderos parecen músicos de jazz, y todo parece siempre en orden.
En Amsterdam-ciudad surge un dilema moral-legal: médicos mediocres que se enriquecen a partir de las legalización de eutanasia reparten inyecciones letales a diestra y siniestra al mejor pagador. Es posible mandar inyectar a otra persona si se argumenta coherentemente que esta persona ha perdido su manera propia de ser por demencia senil (previo consentimiento por escrito); todo por una muerte digna.
En Amsterdam-libro nadie es moralmente correcto, ni siquiera las personas que argumentan con la mayor claridad la profundidad de la corrupción moral de los otros. Y quien sale mejor parado es el detestable Lane, "cuya fortuna, proveniente de su imperio editorial, se basaba en una concienzuda explotación de los simples de este mundo: ocultas claves numéricas de la Biblia que predecían el futuro, incas oriundos del espacio exterior, el santo grial, el arca de la alianza, el Segundo Advenimiento, el tercer ojo, el séptimo sello, Hitler sano y salvo en Perú...".

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